miércoles, 2 de diciembre de 2015

La decepción

Creo que ha llegado el momento de parar. El mundo en el que nos encontramos, el que nos ha tocado vivir es un mundo que quizá ahora me planteo que no lo quiero vivir, o por lo menos no de la forma en que lo hago.

Cuando tras una semana difícil, con mil cosas que hacer, muchas responsabilidades y obligaciones, pocos momentos bonitos y ninguna sonrisa intensa pienso que debo pararme a pensar qué ocurre. 

Estoy en uno de esos momentos de la vida que sólo unos pocos afortunados tienen la suerte de no vivir, estoy en el abismo de un futuro incierto. Vivo mi vida movida por la corriente, por lo que me ha tocado. Muchas de las cosas que hago ahora ni siquiera he decidido yo que quiera hacerlas, simplemente han llegado, se han establecido y ahora forman parte de mi día a día. 

Demasiadas veces me paro a pensar en lo incierto del futuro y en el abismo de los destinos. Sin embargo, no se pensar a largo plazo, no se pensar en un futuro borroso y sin rumbo. ¿Qué esperar cuando no sabes lo que te espera ni lo que quieres que te espere?

Quizá por esta tormenta de sensaciones que desde hace meses se apoderan de mí es por lo que me estoy planteando seriamente un cambio drástico de mi vida. No puedo seguir viviendo mi vida como si no fuera yo la dueña, no puedo seguir dejando que mi alrededor tome mis decisiones, no puedo seguir queriendo hacer la vida que todos quieren cuando en realidad yo no la quiero, no puedo seguir sin ser la dueña de mi futuro.

Pensando seriamente cual es la causa de todos estas emociones escritas que rondan mis pensamientos constantemente solo he llegado a la conclusión de que soy una persona de cambios, de momentos, de curiosidades , de caras, lugares y retos nuevos y distintos.

Ya he conseguido muchas metas en mi vida, ya he vivido cosas buenas y malas que han hecho que sea como soy, no puedo olvidarlas y seguir hacia delante con un destino para el que yo se que no estoy hecha por mucho que a mi alrededor le duela. Necesito buscar mi felicidad en la vida que quiero vivir y no vivir para que los demás sean felices.

Es justo en este instante cuando me he dado cuenta que quizá siempre he estado equivocada. Permanentemente he buscado la razón de todo en mí, en mi propio miedo al fracaso, en el miedo a lo desconocido e incierto, pero y si la verdadera razón de ese estanque de mi vida es en realidad el miedo por lo demás, por su felicidad basada en mi futuro, en lo que esperan de mí, en lo que quieren de mí y en lo que creen que es mejor para mi. 

Y si la causa real de todo es el miedo a que ellos, los que están a mi alrededor no sean felices, no me apoyen, no me entiendan, no aprueben esos cambios que tanto ansío hacer y tener. 

¿Cómo puede ser que no me haya dado cuenta que lo que realmente me frena  es mi alrededor, su felicidad, el miedo a la decepción por su parte? 

Si soy sincera conmigo mismo se que nunca conseguiré ser realmente feliz si no consigo sobrepasar esa barrera y lanzarme a lo que la vida tiene preparado para mi. ¿ Podré hacerlo?

PD: una vez leído el texto completo que he escrito sin pensar ni parar me doy cuenta lo incoherentes que son mis pensamientos plasmados en palabras y lo acertado del título de este espacio en el que los muestro tal como los siento y en el momento en que lo necesito.