Tras varios meses sin escribir he
decidido que hoy me merezco hacer un balance. ¿Por qué hoy? No estoy muy segura
de la razón exacta pero quizá tiene que ver el hecho de que ayer fuera el día
grande de Gijón, el día que señala el fin de verano, 14 de agosto. Me
encontraba guardando cosas y ordenando otras cuando encontré la agenda de este
año de la universidad, la cual llevaba sin abrirse más o menos desde junio y se
me iluminó la cara, sonreí sin saber muy bien por qué y sentí una inmensa paz y
felicidad que hacía mucho que no sentía, la razón... el maravilloso año que
llevo vivido. Hace solamente 4 días celebraba mi comienzo de año, o dicho de
otra manera, mi cumpleaños. Cumplí 22 años y si bien es cierto que no me hizo
demasiada ilusión, un año más, un año más vieja, un cumpleaños más, fue justo
ahora cuando me di realmente cuenta de lo increíble que fue mi año, esos 21 maravillosos años.
No me voy a poner a contar todos
los momentos vividos este año porque sinceramente no se si podría, pero a mi
futura yo debo decirle que tus 21 años han sido increíbles, que no
cambiaría nada de este año, que fue duro en muchas ocasiones, si, por supuesto,
que llore, claro, pero también reí, si, reí como nunca, disfrute, sonreí y viví
como creo que debería vivirse la vida, con pasión, ilusión, esperanza, alegría,
diversión, valentía y por supuesto felicidad. Este año de los 21 ha sido, o por
lo menos hasta día de hoy, quizá uno o porque no, el mejor año de mi vida. He
cumplido sueños, he terminado cosas, comenzado nuevas, me he enamorado,
desenamorada, he ganado, perdido, viajado y lo que creo más importante, he
madurado y creo firmemente que he puesto algunos de los pilares más importantes
de mi vida.
Para finalizar esta extraña
reflexión de 15 de agosto, horas antes de irme a celebrar mis 22 años he de
dejar constancia del que sinceramente ha sido el mejor regalo de cumpleaños que
alguien podría haberme hecho, y que en
este caso fue uno de los hombres de mi vida y actualmente el principal. Sin él
nunca sería la persona que soy y en la que me estoy convirtiendo, y que no hay manera de darle las gracias por
todo lo que hizo, hace y hará por mí, porque como dicen y en mi caso es cierto,
padres sólo hay unos, y a mi me han tocado los mejores.
“22, buena edad para lograr
alguna meta y sobre todo para soñar, ilusiones, anhelos, esperanzas. Ojalá se
cumplan. Una meta ya se alcanzó con sobresaliente, enhorabuena por esa
diplomatura, y ánimo. 22, buena edad para tener algún sufrimiento, lamento,
pérdida. Grande fue la de tu padre, pequeñas serán las tuyas. Felicidades."