Es impresionante la forma en que ahora echo de menos hasta lo más mínimo de mi vida y tengo unas ganas increíbles de volver a mi vida, pero especialmente y por encima de todo, echo de menos la mitad de mí, el baloncesto. Mi vida para mí es perfecta y un obstáculo como es una lesión, por muy grave que sea, no me va a impedir disfrutar de esa parte tan importante de mi que me hace ser FELIZ. Habrá quien no comprenda lo que digo pero si, después de una lesión tan grave como una rotura de ligamentos en la rodilla y tras sólo un mes de la operación siento que voy a volver a jugar, que voy a volver por lo menos a intentarlo, porque jugando a baloncesto soy tan feliz como pocas cosas en la vida me hacen sentir. Sólo pensar en volver a jugar, competir, meter canastas, saltar, correr contraataques, cambios, tiros, tiempos muertos, rebotes, luchas, caídas, derrotas, victorias... TODO lo echo de menos de forma casi enfermiza. Sufrí y seguiré sufriendo muchísimo los próximos meses pero ahora más que nunca en estos dos meses se que por lo menos lo voy a intentar, lo necesito, me lo debo. Volveré, no se cuando ni en que condiciones, pero lo haré.
lunes, 22 de diciembre de 2014
viernes, 19 de diciembre de 2014
¿Por qué escribo?
¿Por qué escribo? La pregunta correcta para mí sería ¿Por qué no escribo?
Leo muchísimos blogs cada día, de cosas variadas,
moda, decoración, vida, ilusiones, sueños… Cada día me meto en internet y
exploro, sin ningún objetivo fijo, simplemente entretenerme. En ese momento,
cuando recorro todas esas páginas con miles de ilusiones puestas en ellas, cuando
mi mente vuela hacia aquí, hacia ese lugar que pocos conocen y nadie recuerda,
que lleva años escondido, hasta casi de mi, y que sólo muy de vez en cuando,
cuando el mundo real es demasiado real y necesito desaparecer, me paso por aquí y me dejo llevar, como sólo
aquí se hacer, donde realmente soy yo, donde siempre soy objetiva conmigo
misma, donde los tabúes, los miedos, los prejuicios desaparecen y dejan paso a
la realidad, a mi pura y simple realidad, la de mi vida.
La razón por la que escribo o quizá
por la que no escribo no es más que porque
me hace ser yo completamente. Me encanta leer y ese me encanta es en
realidad un “quiero ser escritora”
encubierto que está aletargado, medio
dormido, latente, esperando ser descubierto y es ahí, en esos momentos de dejarse llevar donde
despierta, late y vive durante minutos. Esos segundos de pensamientos rápidos,
palabras sin sentido y frases sin terminar son mi vía de escape, mi desahogo
particular.
Una de las razones, diría que de
las fundamentales por las que no puedo o quiero hacer público esta parte de mi
vida es por miedo. Ese momento en el que abra la puerta, en el que deje
libertad para entrar por aquí todo cambiará, para bien o para mal pero sin
ninguna duda, una parte importante de mi vida dejará de ser igual.
El mero pensamiento de dejar que todo el
mundo, y de forma más importante, la gente que me conoce pase por estas líneas
sus ojos, me crea una inseguridad e incertidumbre que no se si sería capaz de
manejar. Todos mis pensamientos, mis
sentimientos, mis miedos, mis sueños y mi vida al completo estarían abiertos
para todos. “Pasen y vean”
es el titular que cada vez que me planteo mostrar esta parte de mi y apostar
por ello aparece parpadeando, como una advertencia de lo que pasará si lo hago
y que siempre en el último momento consigue que me arrepienta y no apreté el
botón.
Sinceramente creo que todos esos
momentos que no he sido capaz de apretar ese botón de mi punto y aparte particular
es porque realmente no estaba preparada, pero ese momento llegará. No se si
serán alegrías, tristezas, decepciones o nuevas ilusiones las que ese momento
traerá a mi vida, pero de lo que si estoy segura es que mi pasión por escribir algún día saldrá a la luz y ese día
estaré orgullosísima de una de las cosas que más feliz me hace.
lunes, 17 de noviembre de 2014
Un golpe de mala suerte.
Es ahora cuando me doy cuenta de lo afortunada que era, porque es ahora el destino el que ha querido darme una lección.
No voy a mentir, no puedo hacerlo.
Varias temporadas casi perfectas, tanto individual como de equipo, campeona de Asturias dos años consecutivos, premio individual con el que ni soñaba, a un paso de crecer pero siempre a las puertas y tras pensar demasiado decido dar el paso y entrar en esa liga y competición con la que llevaba soñando varios años. Ya estoy dentro y todo comienza. Como todo lo nuevo empieza raro, con miedo, con dudas pero poco a poco todo empieza a tomar forma de la mejor manera posible y me siento adaptada rápidamente, tanto en el equipo como en la liga, siento que va a ser un muy buen año, me voy acoplando cada vez mejor a un equipo que lo da todo por hacerme ser una más y lo consiguen. La pre temporada comienza y las victorias y satisfacciones personales y de equipo acompañan, vemos como lo que pensábamos puede que se haga realidad y sonreímos, y yo personalmente lo hago más que ninguna porque se que elegí bien y que no me equivoqué. Me atrevo a decir que en el mejor momento deportivo de mi vida, disfruto con cada entrenamiento, cada partido, cada sonrisa en el campo, cada canasta, cada rebote, cada aplauso y cada fallo que por supuesto también llegan, pero en nuestro interior sabemos que somos un gran equipo y como tal haremos un gran año.
Como era de esperar, empieza a la perfección, todo parece indicar que va a ser un buen partido, desde la jugada uno se lo que tengo y quiero hacer y voy a por ello, lo consigo, dos puntos, dos rebotes, falta y dos tiros libres, pero entonces llega el minuto dos y esa jugada, la jugada con la que soñare durante mucho mucho tiempo. En el lado derecho del campo miro al aro, veo clara la oportunidad de otros dos puntos que añadir a nuestro marcador y con toda la fuerza, ilusión y ganas que tengo penetro a canasta con la mano izquierda, dos pasos más y todo termina, así de fácil y así de cruel.
martes, 2 de septiembre de 2014
22, buena edad
Tras varios meses sin escribir he
decidido que hoy me merezco hacer un balance. ¿Por qué hoy? No estoy muy segura
de la razón exacta pero quizá tiene que ver el hecho de que ayer fuera el día
grande de Gijón, el día que señala el fin de verano, 14 de agosto. Me
encontraba guardando cosas y ordenando otras cuando encontré la agenda de este
año de la universidad, la cual llevaba sin abrirse más o menos desde junio y se
me iluminó la cara, sonreí sin saber muy bien por qué y sentí una inmensa paz y
felicidad que hacía mucho que no sentía, la razón... el maravilloso año que
llevo vivido. Hace solamente 4 días celebraba mi comienzo de año, o dicho de
otra manera, mi cumpleaños. Cumplí 22 años y si bien es cierto que no me hizo
demasiada ilusión, un año más, un año más vieja, un cumpleaños más, fue justo
ahora cuando me di realmente cuenta de lo increíble que fue mi año, esos 21 maravillosos años.
No me voy a poner a contar todos
los momentos vividos este año porque sinceramente no se si podría, pero a mi
futura yo debo decirle que tus 21 años han sido increíbles, que no
cambiaría nada de este año, que fue duro en muchas ocasiones, si, por supuesto,
que llore, claro, pero también reí, si, reí como nunca, disfrute, sonreí y viví
como creo que debería vivirse la vida, con pasión, ilusión, esperanza, alegría,
diversión, valentía y por supuesto felicidad. Este año de los 21 ha sido, o por
lo menos hasta día de hoy, quizá uno o porque no, el mejor año de mi vida. He
cumplido sueños, he terminado cosas, comenzado nuevas, me he enamorado,
desenamorada, he ganado, perdido, viajado y lo que creo más importante, he
madurado y creo firmemente que he puesto algunos de los pilares más importantes
de mi vida.
Para finalizar esta extraña
reflexión de 15 de agosto, horas antes de irme a celebrar mis 22 años he de
dejar constancia del que sinceramente ha sido el mejor regalo de cumpleaños que
alguien podría haberme hecho, y que en
este caso fue uno de los hombres de mi vida y actualmente el principal. Sin él
nunca sería la persona que soy y en la que me estoy convirtiendo, y que no hay manera de darle las gracias por
todo lo que hizo, hace y hará por mí, porque como dicen y en mi caso es cierto,
padres sólo hay unos, y a mi me han tocado los mejores.
“22, buena edad para lograr
alguna meta y sobre todo para soñar, ilusiones, anhelos, esperanzas. Ojalá se
cumplan. Una meta ya se alcanzó con sobresaliente, enhorabuena por esa
diplomatura, y ánimo. 22, buena edad para tener algún sufrimiento, lamento,
pérdida. Grande fue la de tu padre, pequeñas serán las tuyas. Felicidades."
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