lunes, 2 de mayo de 2022

¿Por qué?

 Va a ser eso verdad de que solo escribo en los momentos en los que algo cambia. Se que no debería, pero necesito soltarlo.


Has sido tú y no lo puedo creer. Han pasado casi 12 horas desde que lo se y no puedo sentir otra cosa que tristeza y decepción. Ha habido momentos de calma, de esperanza, pero ¿Y si se acabó? solo quiero llorar.

Todavía no lo he asumido del todo. Estoy juntando piezas del puzzle, estoy buscando y rebuscando razones, motivos, algo a lo que agarrarme. Sólo nos encuentro a nosotros. Un castillo de naipes perfecto derruido ¿por qué? Es demasiado hasta para escribirlo.

Te amo, y solo imagino una vida contigo, por eso quizá mi mente no quiere todavía hacerse a la idea de que puede que eso haya cambiado, que hayas cambiado el nosotros por el tú y yo y que hayas decidido que la inmadurez gana al amor. 

Quiero pensar que es eso, quiero pensar que es solo eso y no otra cosa, porque lo otro es todavía más duro si cabe.

Solo quiero despertar de esta pesadilla, solo quiero que vuelva a ser ayer cuando cenaba por el día de la madre y hablaba de mi futuro y en él estabas tú, sólo tú conmigo. A veces la vida nos da lecciones, nos manda señales para que no se son olviden ciertas cosas, y otras veces la vida simplemente te quita las cosas sin más, sin aviso y sin razón. 

No quiero pensar más, estoy cansada. No hago más que pensar. Mi mente recrea una y otra vez las situaciones, las conversaciones, los pensamientos, los sentimientos…

Quiero confiar, quiero seguir confiando, quiero que todo el día de hoy haya sido un mal sueño, quiero dejar de llorar, quiero estar contigo y que todo haya acabado.


 ¿por qué? 

lunes, 14 de febrero de 2022

El amor para mí


El amor es vida.
El amor es mirarte a los ojos y querer vivir 100 vidas y todas contigo. El amor es pensar que da igual la decisión, que será buena si estás en ella. El amor es la paz y el descontrol a partes iguales, los viajes de ida sin vuelta, los miedos sin culpa, los besos sin permiso y las miradas que lo dicen todo. 


La intensidad define para mí el amor. Es así, intenso y completo. No siempre tienes todo claro, no siempre te gusta lo que te hace sentir y no siempre tienes la respuesta, pero si que siempre sabes que es él, que él es el amor, y lo demás se va a arreglar. 


El amor es querer sin límites, sin miedos, sin filtros y sin excusas. El amor es querer el bien de la otra persona sólo por su bien, incluso aunque no signifique tu propio bien. El amor es  considerado, honesto, fiel y por supuesto es amor propio. 


El amor nada sabe pero en él todo se sabe, y esa confianza es su base. El amor significa paciencia, generosidad y tiempo, sabe a pasión, ilusión y ganas y lo más importante, el amor SOLO SUMA. 

domingo, 9 de septiembre de 2018

Son las 00:43 de un 8 de septiembre, con mas inri, dia de asturias. Mañana o, mejor dicho hoy, termina una de las peores semanas que recuerdo. Estoy en un insomnio permanente, un vacío interno demasiado profundo, una oscuridad de pensamientos y emociones que realmente me preocupa y una profunda e intensa tristeza.

No sé qué ocurre, no sé cuándo empezó, cuando se desencadenó esta situación o cuando se vino abajo  todo, pero lo que si que se, lo que realmente tengo claro, es que algo se acabó, algo se para aquí, no puedo continuar con todo esto.

Soy dramática, exagerada e impulsiva pero también soy nerviosa, intensa y apasionada. La mezcla explosiva de todas esas cualidades han creado un monstruo, un monstruo que yo jamás pensé que llegaría. No me veía capaz, no creía que fuese de esas, no lo quería ser. Hubo un tiempo en el que me negué, rechazaba todo atisbo mínimo de locura e incluso llegue casi a perderlo todo por no ser capaz de dar un paso más. Pero, ¿que paso? Que lo di, vamos que si lo di. Mis cualidades locas se unieron para crear el mayor amor jamás visto ni imaginado. Lo soñe todo, lo ame hasta lo más profundo de mí y me ilusioné como nunca pensé que haría. Pensé que era para siempre, que era para mii, que era mi media naranja, mi otra mitad y mi todo.

Y ahora, hace dias, horas o minutos el muro se derrumba, los sueños se ahogan en lágrimas, y lo lloro, lloro todo lo que pudo ser y quizá ya no sea. Lloro los futuros juntos, de todo y de nada. Lloro con amargura los quizás no mañanas juntos y lloro con nostalgia los maravillosos dias juntos. Porque si, he vivido la mejor y mayor historia de amor que voy a vivir nunca. De eso estoy segura

Ante todo, la vida. Y como vida, mi amor por ti. Dulce, apasionado, intenso y eterno.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

La decepción

Creo que ha llegado el momento de parar. El mundo en el que nos encontramos, el que nos ha tocado vivir es un mundo que quizá ahora me planteo que no lo quiero vivir, o por lo menos no de la forma en que lo hago.

Cuando tras una semana difícil, con mil cosas que hacer, muchas responsabilidades y obligaciones, pocos momentos bonitos y ninguna sonrisa intensa pienso que debo pararme a pensar qué ocurre. 

Estoy en uno de esos momentos de la vida que sólo unos pocos afortunados tienen la suerte de no vivir, estoy en el abismo de un futuro incierto. Vivo mi vida movida por la corriente, por lo que me ha tocado. Muchas de las cosas que hago ahora ni siquiera he decidido yo que quiera hacerlas, simplemente han llegado, se han establecido y ahora forman parte de mi día a día. 

Demasiadas veces me paro a pensar en lo incierto del futuro y en el abismo de los destinos. Sin embargo, no se pensar a largo plazo, no se pensar en un futuro borroso y sin rumbo. ¿Qué esperar cuando no sabes lo que te espera ni lo que quieres que te espere?

Quizá por esta tormenta de sensaciones que desde hace meses se apoderan de mí es por lo que me estoy planteando seriamente un cambio drástico de mi vida. No puedo seguir viviendo mi vida como si no fuera yo la dueña, no puedo seguir dejando que mi alrededor tome mis decisiones, no puedo seguir queriendo hacer la vida que todos quieren cuando en realidad yo no la quiero, no puedo seguir sin ser la dueña de mi futuro.

Pensando seriamente cual es la causa de todos estas emociones escritas que rondan mis pensamientos constantemente solo he llegado a la conclusión de que soy una persona de cambios, de momentos, de curiosidades , de caras, lugares y retos nuevos y distintos.

Ya he conseguido muchas metas en mi vida, ya he vivido cosas buenas y malas que han hecho que sea como soy, no puedo olvidarlas y seguir hacia delante con un destino para el que yo se que no estoy hecha por mucho que a mi alrededor le duela. Necesito buscar mi felicidad en la vida que quiero vivir y no vivir para que los demás sean felices.

Es justo en este instante cuando me he dado cuenta que quizá siempre he estado equivocada. Permanentemente he buscado la razón de todo en mí, en mi propio miedo al fracaso, en el miedo a lo desconocido e incierto, pero y si la verdadera razón de ese estanque de mi vida es en realidad el miedo por lo demás, por su felicidad basada en mi futuro, en lo que esperan de mí, en lo que quieren de mí y en lo que creen que es mejor para mi. 

Y si la causa real de todo es el miedo a que ellos, los que están a mi alrededor no sean felices, no me apoyen, no me entiendan, no aprueben esos cambios que tanto ansío hacer y tener. 

¿Cómo puede ser que no me haya dado cuenta que lo que realmente me frena  es mi alrededor, su felicidad, el miedo a la decepción por su parte? 

Si soy sincera conmigo mismo se que nunca conseguiré ser realmente feliz si no consigo sobrepasar esa barrera y lanzarme a lo que la vida tiene preparado para mi. ¿ Podré hacerlo?

PD: una vez leído el texto completo que he escrito sin pensar ni parar me doy cuenta lo incoherentes que son mis pensamientos plasmados en palabras y lo acertado del título de este espacio en el que los muestro tal como los siento y en el momento en que lo necesito.

viernes, 16 de octubre de 2015

Vivamos intensamente

La vida es demasiado corta para no emocionarse.

No te arrepientas de lo que hiciste, de lo que no hiciste ni de lo que harás. Somos distintos y somos lo que somos por la variedad maravillosa de la vida. Cada uno individualmente somos perfectos en nuestras imperfecciones y tenemos que aceptarnos como verdaderamente somos.

Me encanta la vida, todas sus posibilidades, los sueños, el futuro, el pasado, las experiencias, los errores, los amores, y las libertades. Siento que la vida no se puede medir, que se tiene que vivir sin más, como escribir, sin pensar.

Los mejores momentos de la vida son los que no se planean, los que ocurren, de los que verdaderamente estamos orgullosos y nos emocionamos al recordar en el futuro. ¿Qué tal si aprendemos a disfrutar?

Ese momento en el que al escuchar esa canción sientes un nudo en el estomago es realmente vivir, emocionarse, sentir que somos muy pequeños y a la vez muy grandes, que somos jóvenes y viejos, que nos quedan muchas cosas por vivir y que ya hemos vivido todo. En esos momentos de vacío mientras suenan esas letras que nos hacen pensar, que nos despiertan, es cuando paramos, volvemos atrás, sonreímos y miramos hacia delante con una ilusión y esperanza que pocos van a poder arrebatarnos, porque ya es parte de nosotros y será en esos momentos de oscuridad, de opaco futuro cuando volveremos, escucharemos, nos emocionaremos y volveremos a sentir la vida. 

Mientras sigamos sintiendo vértigo al mirar a nuestro alrededor, al futuro y al pasado, a lo que ya hemos vivido y a lo que nos queda por vivir seguiremos estando suficientemente vivos como para disfrutar esta oportunidad que el mundo nos ha dado de existir.

El gen de los afortunados

Volemos, fluyamos, dejémonos llevar por esas casualidades, por esos cambios, por esas ráfagas de viento, por ese avanzar a ciegas. Sólo deberíamos volver la vista atrás para sonreír a la memoria, a esos recuerdos blindados y mirar a ese futuro no como la predestinación planeada sino como lo que verdaderamente es: un efñimero tiempo de posibilidades que se irán presentando sin prisa.
Son muchas las formas para hacer frente a esas circunstancias inciertas y cambiantes, pero, ¿por qué no intentarlo?

Tomemos esa alternativa oscura, esquiva, irracional, sin rumbo fijo, cambiante por estaciones y emociones, navegante entre el tiempo mientras sortea ese oleaje salvaje y desconcertante en que consiste la parte realmente interesante de la vida. Esa parte por la que sólo unos pocos apuestan, esos afortunados que miran de frente a la vida, que no son capaces de decir ni, que no saben planear, organizar, ni firmar pactos de futuro, que por suerte sólo saben tirarse al mar sin mirar antes el precipicio, toman decisiones sin dudas, miedo ni consecuencias, donde la única alternativa viable es la muerte del alma, la muerte de la vida.

Apostemos, seamos valientes, recemos a esos dioses que no existen cuando tiras por la borda los convencionalismos, lo establecido, lo que se espera, lo natural. Coge la llave, con dos manos si hace falta, y abre la puerta de esa incertidumbre de posibilidades incoherentes y arriesgadas que es la vida y se capaz de formar parte del grupo de los afortunados. 

Da el paso a los cambios, a los momentos únicos e irrepetibles. Llora los grandes lamentos, sonríe a los lugares escondidos tras cristales de autobús. Se el protagonista de lágrimas ahogadas en esa canción de radio en un vagón abarrotado, de miradas fugaces perdidas en chupitos de madrugada y de caricias llenas de promesas que se pierden en segundas.

La felicidad sólo está permitida para los afortunados, para los que se arriesgan sin red de seguridad, los que viajan sin billete de vuelta, los que saludan sin esperar respuesta, los que besan con intensidad sin culpa, los que abrazan como si fuera el último, los que bailan para sí mismos y especialmente para esos que miran a la vida a los ojos, sonríen y le guiñan un ojo.

Vuela, déjate llevar, fluye, respira hondo y lánzate.

martes, 21 de julio de 2015

Realista

Hay veces en la vida que hay que ser realista y esta es una de ellas. Esa sensación que te come por dentro, que te impide respirar, que te destroza de la peor forma posible cuando te das cuenta que ha llegado el punto final. Nuestro tren ha pasado no una, ni dos ni en tres ocasiones, sino que ya ha llegado un momento en el que ya no es nuestro tren y ambos nos damos cuenta que se acabó, la estación se cerró, no se va a volver a abrir y debemos o más bien debo asumir. Es duro esperar algo, hablar de ello de forma esporádica en ocasiones e impaciente en otras y pensar en ello casi de forma obsesiva y levantarte una mañana, leer esa conversación, recordar cada palabra, pensar fríamente en ello y saber que ya está, nunca volverá, nunca ocurrirá.